lunes, 9 de marzo de 2015

Teclado

ESA CLASE DAÑINA
DEL HIJUEPAPISMO

Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA

El hijuepapismo es una clase antisocial. La forman los abominables e insolentes hijos de papi. El caso entre ridículo e irritante del presunto familiar de un expresidente es una de las demostraciones más significativas de la actuación de tales sujetos. “Usted no sabe quién soy yo” y “no sabe con quién se metió” son las dos frases que sintetizan una contracultura estimulada por el facilismo, el desprecio de los méritos personales y el éxito basado en el tráfico de influencias.

Los hijos de papi abundan en nuestra sociedad. Inducen al irrespeto de los derechos ajenos, de la autoridad, de las reglas de comportamiento, del orden jurídico esencial para la convivencia. Se pasan los semáforos en rojo, andan a alta velocidad en carros y motos, se meten en las filas y pelean para que los atiendan de primeros, exigen trato preferencial en el estudio y el trabajo, matonean a superiores, compañeros y subalternos, les sacan el máximo de ruido a los equipos de sonido cuando celebran sus francachelas, son procaces y ultrajantes en el uso del lenguaje, etc.

No pueden argumentar que sean superiores por la excelencia, sino porque viven ensoberbecidos con la ilusión del poder que alguna vez han tenido sus papás, sus tíos o sus parientes lejanos, como sucedió con el gomelo beodo que agredió a los policías, invocó su dudosa condición de sobrino de un exmandatario y amenazó a los pacientísimos agentes y sus familiares. El video que ha circulado en forma profusa por la internet da rabia y da risa. Tal vez los uniformados no reaccionaron como debían haber hecho, porque sabían que la difusión del documento audiovisual obraría como suficiente sanción social contra el vergonzoso infractor.

Alguien debería leerle a cada hijo de papi el Elogio de la dificultad, del profesor Estanislao Zuleta y su crítica al facilismo alienante: “En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida”.


El hijuepapismo sólo representa una minoría. La gran mayoría de los jóvenes piensa y obra con sensatez, sentido de las proporciones y convencimiento de que es legítimo prolongar las cualidades de los papás (lo que se hereda no se hurta), pero son las capacidades individuales, la inteligencia y la voluntad de vivir con ánimo de resistencia proyectiva para afrontar las dificultades y aceptar los sacrificios las que marcan una existencia digna y valiosa en el mejor de los conceptos. Lo contrario, la creencia hijuepapista, empuja al descalabro lento e imperceptible pero inexorable de los prepotentes que maximizan los derechos y eliminan deberes y responsabilidades. Algún día los hará estrellar en público un video condenatorio.

Columna publicada en EL COLOMBIANO el lunes 9 de marzo de 2015.

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