Teclado
ESA CLASE
DAÑINA
DEL
HIJUEPAPISMO
Por
JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA
El hijuepapismo es
una clase antisocial. La forman los abominables e insolentes hijos de papi. El
caso entre ridículo e irritante del presunto familiar de un expresidente es una
de las demostraciones más significativas de la actuación de tales sujetos.
“Usted no sabe quién soy yo” y “no sabe con quién se metió” son las dos frases
que sintetizan una contracultura estimulada por el facilismo, el desprecio de
los méritos personales y el éxito basado en el tráfico de influencias.
Los hijos de papi abundan en nuestra sociedad. Inducen al
irrespeto de los derechos ajenos, de la autoridad, de las reglas de
comportamiento, del orden jurídico esencial para la convivencia. Se pasan los
semáforos en rojo, andan a alta velocidad en carros y motos, se meten en las
filas y pelean para que los atiendan de primeros, exigen trato preferencial en
el estudio y el trabajo, matonean a superiores, compañeros y subalternos, les
sacan el máximo de ruido a los equipos de sonido cuando celebran sus
francachelas, son procaces y ultrajantes en el uso del lenguaje, etc.
No pueden argumentar que sean superiores por la excelencia,
sino porque viven ensoberbecidos con la ilusión del poder que alguna vez han
tenido sus papás, sus tíos o sus parientes lejanos, como sucedió con el gomelo
beodo que agredió a los policías, invocó su dudosa condición de sobrino de un
exmandatario y amenazó a los pacientísimos agentes y sus familiares. El video
que ha circulado en forma profusa por la internet da rabia y da risa. Tal vez
los uniformados no reaccionaron como debían haber hecho, porque sabían que la
difusión del documento audiovisual obraría como suficiente sanción social
contra el vergonzoso infractor.
Alguien debería leerle a cada hijo de papi el Elogio de la dificultad, del profesor
Estanislao Zuleta y su crítica al facilismo alienante: “En lugar de desear una
sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer
efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una
monstruosa salacuna de abundancia pasivamente recibida”.
El hijuepapismo
sólo representa una minoría. La gran mayoría de los jóvenes piensa y obra con
sensatez, sentido de las proporciones y convencimiento de que es legítimo prolongar
las cualidades de los papás (lo que se hereda no se hurta), pero son las
capacidades individuales, la inteligencia y la voluntad de vivir con ánimo de resistencia
proyectiva para afrontar las dificultades y aceptar los sacrificios las que
marcan una existencia digna y valiosa en el mejor de los conceptos. Lo
contrario, la creencia hijuepapista,
empuja al descalabro lento e imperceptible pero inexorable de los prepotentes
que maximizan los derechos y eliminan deberes y responsabilidades. Algún día
los hará estrellar en público un video condenatorio.
Columna publicada en EL COLOMBIANO el lunes 9 de marzo de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario