jueves, 13 de diciembre de 2018

OTRO ESTATUTO DEL PERIODISMO

Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA

Con motivo del proyecto de ley que restablece el Estatuto del Periodista y la discusión consiguiente.

Estamos devolviéndonos en el tiempo. Con motivo del proyecto de ley que restablece el Estatuto del Periodista se ha reactivado una vieja discusión. Recuerdo cuando debatíamos la propuesta que, al fin, se convirtió en Ley 51 de 1975. Me tocó participar en diversos encuentros con organizaciones gremiales, facultades y medios periodísticos, en mi condición, para aquel entonces, de Presidente del Círculo de Periodistas de Antioquia.  Tomo como base de esta columna lo que he dicho y escrito a propósito entre colegas y estudiantes.

En aquel entonces logramos un texto que, luego de los ajustes, correcciones y agregados obvios, fue expedido con carácter legal. La tarjeta de periodista, aprobada por el Ministerio de Educación, fue un elemento importante del Estatuto, pero no el único, y a pesar de que se colaron muchos advenedizos. Incluso se creó, pero nunca se organizó, un cuestionable Consejo Nacional de Periodismo.

Lo fundamental estaba en que, no obstante los tropiezos y altibajos del Estatuto, se daba un paso adelante en la profesionalización: Facultades y escuelas de periodismo alcanzaron acreditación legal y social. Hubo un período de transición justo y obvio durante el cual pudieron carnetizarse también los periodistas que, sin ser egresados universitarios, demostraran, mediante varios requisitos, que tenían la experiencia, la trayectoria y la solvencia intelectual suficientes para vincularse con nuestra cultura profesional. Hoy en día, creo que un posgrado pertinente puede facultar para el ejercicio periodístico.

Casi un cuarto de siglo más tarde, el Estatuto quedó convertido en letra muerta, por arte de la providencia de la Corte Constitucional que, mediante la ponencia del magistrado Carlos Gaviria Díaz (mi recordado gran profesor de Teoría del Estado e Introducción al Derecho en la Universidad de Antioquia) derrumbó la Ley con argumentos frágiles. En cierta forma, no del todo, dejó el periodismo a merced de paracaidistas, advenedizos, aprovechadores y lagartos.

Sigo creyendo en la necesidad de respaldo legal por medio de un Estatuto, mediante el cual, además, con el Periodismo como disciplina fundante, se consolide la integralidad con la inclusión de la actividad organizacional y las demás áreas de la Comunicación Social. La tarjeta debería ser expedida por agremiaciones, universidades y medios o empresas, con el cumplimiento de ciertas condiciones. Sí es importante como identificación, así como se identifican el abogado, el médico, el psicólogo, etc.

Y no creo, de ningún modo, que tratar de darle entidad profesional al periodismo pueda constituir atentado alguno contra la libertad de prensa. Es un error, que incrementa el alto riesgo de utilizar los medios sin criterio y con detrimento de la credibilidad, graduar de periodista a todo ciudadano que emita contenidos en Facebook o Twitter, sin filtros razonables: “Sea usted el reportero”. Se requiere un periodismo independiente, libre, responsable, que sea guía de perplejos y reivindique el valor de la verdad amenazado por hordas de mentirosos y manipuladores, enredadores y enredados en todas las redes.


Versión corregida de la columna publicada en El Colombiano
el lunes 17 de diciembre de 2018.